Ya lo dijo Edmund Burke en 1774, señalando al palco de la prensa: “Hay tres poderes en el Parlamento. Pero allí, en la galería de los periodistas está el CUARTO PODER, EL MÁS IMPORTANTE DE TODOS”. Fue, por tanto,
en el siglo XVIII cuando la Prensa obtuvo la distinción de CUARTO PODER, a partir de este momento no ha dejado de consolidarse.
Los medios de comunicación, ya sea prensa, radio, televisión y por qué no, internet, ejercen su poder a través de empresas informativas, que se consolidan en torno a dos objetivos: ejercer el poder de informar y obtener beneficios económicos. Aunque cada vez es más usual encontrarse con empresas cuyo interés es exclusivamente económico, relegando la información a un segundo plano y dotándola de un papel meramente ornamental.
De sobra es sabido que, para poder ejercer el poder de informar, es necesario convivir en democracia. No obstante, este sistema de gobierno queda eclipsado por la irrupción de empresas informativas que actúan al mas puro estilo dictatorial. El público no elige a los propietarios o a los directores de un medio, están ahí por su poder adquisitivo.
Quizás, con el panorama descrito, suene un poco utópico hablar de pluralidad de voces, donde los grupos minoritarios sean escuchados, porque ellos también tienen mucho que decir. Sin embargo, son las grandes empresas, cúmulos de intereses y poderes, los que determinan qué es noticia. Aunque en el mundo haya cientos de historias mucho más noticiosas, si no son sensacionalistas, si no impactan a los públicos, si no producen miedo a la sociedad, si no tiene como protagonista al primer mundo o como víctima al tercero, esa información quedará en el anonimato.
José Schlosser comenta que “el CUARTO PODER configura los valores de la sociedad. Moldea actitud y creencias. Si bien es el motor de nuestra sociedad consumista, sus recursos son un bien natural”. Entonces, ¿dónde está el límite?
El límite está en las manos de cada uno de los lectores, consumir un tipo de información u otra es su propia decisión, he aquí la riqueza de la libertad de información. El lector, oyente o espectador no deja de ser el factor primordial de cualquier medio de comunicación, si éste demanda sensacionalismo, la empresa se lo dará, pero si en su demanda está el ser informado verazmente, todas aquellas empresas que se nutran del amarillismo irán en detrimento y serán superadas por las que ofrezcan información de calidad. Otra utopía, por cierto.
Por lo tanto, de la propia sociedad dependerá recibir buenos contenidos informativos. Si hasta el momento esto no ha sucedido será porque los grandes medios están haciendo un buen trabajo de dominación o porque, simplemente, a la sociedad le falta esa actitud crítica para parar el ejercicio de manipulación al que está sometida.
Leticia Rocha
Empresa Informativa y Grupos Multimedia
4º Periodismo
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