Acaba el mes negro de los universitarios. Enero es el periodo del año, junto con junio, julio y septiembre, en el que más nervios, tensión y cansancio sienten aquellos que deciden entrar en la universidad. Por eso, ahora que acaba el particular infierno de los estudiantes, he decidido reunir algunos de los trucos que me ayudaron a pasar por la universidad sin muchos sobresaltos. Los años y algún que otro palo me enseñaron a estudiar y, sobre todo, a mantener la calma.
Con este post no pretendo sentar cátedra sobre la mejor forma de estudiar, pero, después de unos cuantos años pasando días entre apuntes, puedo decir que no es necesario trasnochar para aprobar, que los días y noches en las bibliotecas son, en la mayoría de los casos, puro postureo y que, si verdaderamente quieres aprobar y APRENDER, lo que debes hacer es trabajar durante todo el año.
1. Vete a clase
El primer día tendrás que correr para conseguir un asiento, pero, a medida que llega el invierno, las aulas se vacían. Existen casos en los que alguien aprueba sin ir a clase. Pero, si quieres ir aprobando (y aprender algo, ya que estamos) con más de un cinco o un seis, vete a clase.
Hay asignaturas muy teóricas que puedes superar sin ni siquiera acudir a una clase, pero hay otras que resultan imposibles de aprobar si dejas de asistir.
2. Haz tus propios apuntes
Ir a clase y sentarte a escuchar la perorata del profesor no es suficiente. En mis épocas de estudiante observé cómo muchos ocupaban un asiento, pero nunca llegaron a escribir ni su nombre en sus apuntes. Coger tus propias anotaciones te ayuda a asimilar mucho mejor los conceptos y, a la hora de estudiar, solo tienes que organizarlos y sentarte a «empollar». Parece sencillo pero, sentarse a estudiar es una gesta difícil de conseguir, sobre todo en Navidad.
Nunca caigas en eso de «tengo los apuntes de alguien que sacó un 10 el año pasado». Los apuntes de ese alguien no son tus apuntes, puede haber erratas o, simplemente, puedes no entenderlos, sobre todo si no vas a clase y no sabes ni de qué va la asignatura.
3. Busca un lugar cómodo donde estudiar
Todos sabemos que lo ideal es estudiar durante todo el año, pero, no nos engañemos, nadie empieza a prepararse una asignatura de primer cuatrimestre en octubre. Lo normal es que comiences a estudiar unas tres semanas antes. Dependiendo de la dificultad, este tiempo puede reducirse a dos o, incluso, una semana.
Llegados a este punto, en el que no te queda otra que sentarte a estudiar, debes buscar un sitio confortable -puede ser tu habitación o una biblioteca-. Hecho esto, los siguientes pasos son:
- Olvídate del móvil: apártalo de tu vista, guárdalo en el bolso, ponle una pila de apuntes encima,
ponlo en el otro extremo de la mesa o lánzalo por la ventana -esto último no es buena idea-. El móvil puede distraerte – Instagram y estudiar son incompatibles- o puede producirte un ataque de nervios si lees los 1200 mensajes del grupo de clase en los que solo se habla del examen de mañana.
- Busca una mesa vacía, sin distracciones: esto se puede extrapolar también al lugar de estudio. A menudo acudimos a bibliotecas en las que ves continuamente como entran y salen personas. En estos casos, busca una mesa pegada a la pared donde no puedas ver absolutamente nada.
- Estudia con luz, con mucha luz, si es natural mucho mejor.
4. A la hora de estudiar, haz esquemas
Como ya comenté antes, lo ideal es preparar la materia con tiempo, de modo que puedas seguir estos pasos:
- Haz una primera lectura rápida.
- Haz una segunda lectura un poco más pausada.
- Ya en la tercera lectura es momento de subrayar lo más importante. Cuando digo lo más importante son sólo conceptos o alguna que otra definición, pintar lo apuntes de amarillo NO es subrayar.
- Haz pequeñas anotaciones en los apuntes. A mí me servía de mucho escribir en ciertos lugares «importante»,»¡ojo», etc.
- Haz esquemas. Te ayudará a tenerlo todo mucho más claro, sobre todo si te enfrentas a un examen oral o de desarrollo.
- Memoriza. Hasta que el sistema educativo de este país cambie, a los estudiantes les toca tirar de memoria. Así que, hasta que llegue ese día, solo te puedo aconsejar que intentes memorizar por asociación. Esto es, por ejemplo, asociar nombres importantes con el nombre de tu vecina o de un familiar o relacionar fechas con días importantes en tu vida. Otra buena idea y que a mí me funcionaba era hacerme listas. Por ejemplo, si tengo que memorizar características, lo mejor es irlas enumerando, de manera que sepas que tienes que saberte un número de puntos en concreto.
5. Descansa
En este punto muchos estudiantes se echarán las manos a la cabeza y pensarán: «¿cómo nos puede decir que descansemos, con todo lo que tenemos que estudiar?» Muy fácil, si no descansas, no puedes estudiar.
- Cuando estés en pleno estudio, márcate descansos. Yo solía descansar 30 minutos por cada 2 horas de estudio. Sin embargo, puede ser que tú tengas menos capacidad de concentración y necesites hacer un descanso antes de las 2 horas. Esto lo decides tú.
- No trasnoches ni madrugues en exceso. No es necesario pasar noches en vela en la biblioteca, ni levantarse a las 7 para estudiar. Hazte un horario en el que te marques tus tiempos de estudio y descanso. Si aprovechas el tiempo, no necesitarás hacer cafeteras de doce tazas para aguantar despierto. Yo nunca estuve ni una noche en vela estudiando, más que nada porque no era capaz de pensar en otra cosa que no fuera en mi cama.
- Olvídate de bebidas energéticas. Si tienes sueño, cierra los libros, duerme y, cuando estés descansado, vuelve a la carga.
- No es necesario pasar todo el día en la biblioteca, ¡organízate! Por mucho que te levantes a las 7, vayas a la biblioteca a las 8 y estés dentro de esas cuatro paredes hasta las 9 de la noche, es humanamente imposible que estés 13 horas estudiando. Descuenta de esas 13 horas los cafés con los compañeros, las charlas, el descanso para ir a comer en el que terminan merendando, la escapada a fumar o estirar las piernas si no eres fumador, los momentos en los que miras el móvil… ¿realmente estudias 13 horas? ¿A quién quieres engañar? Ve a la biblioteca, márcate unos objetivos -por ejemplo, estudiar 4 temas- y, cuando los hayas cumplido, vete, sal de ahí, socializa.
- Cuando estés saturado, sal a hacer un poco de deporte. A mí me ayudaba salir a caminar. Luego llegaba a mi casa, me daba una buena ducha, cenaba, veía la tele o leía un libro, repasaba -según la cercanía del examen- y a la cama.
- Es probable que la noche antes del examen te cueste o directamente no consigas dormir, pero, al menos inténtalo. En mi caso, después de muchos intentos, conseguí desconectar la noche antes.
6. Distráete
Sal a pasear con tus amigos, vete al cine o tómate unas cervezas, pero NUNCA te encierres a estudiar. Despeja tu mente, verás como luego te resulta mucho más fácil concentrarte.
7. Vete al examen con tiempo
Si el examen es a las 10 de la mañana, intenta llegar un rato antes, pero, eso sí, EVITA -y lo digo en serio- entrar en la clase los minutos previos al examen. Tus adorados compañeros mutan y se convierten en seres demoníacos, que no paran de mirar apuntes e hiperventilar. Si ves que alguien con los ojos inyectados en sangre se acerca para preguntarte algo, ¡¡corre!!
8. Cuando acabes el examen, vuelve a correr
Aunque parezcas un antisocial, nunca te quedes a esperar a que tus compañeros acaben o, al menos, a que todos acaben, pues saldrán e irán directos a preguntarte las respuestas. Además, es probable que no coincidan y, pese a salir contento del examen, las dudas empezarán a apoderarse de ti.
9. Los exámenes tipo test los carga el diablo
«Una lectura rápida, que seguro que cuando vea la pregunta me suena». ¡Qué ilusos somos cuando pensamos esto! Los años me enseñaron que los tipo test los carga el diablo. Aquel concepto que estaba en el margen izquierdo, en un recuadro minúsuclo escrito en letra casi imperceptible para el ojo humano, será el protagonista de esa j***** pregunta que puede arruinarte el examen.
10. Los exámenes orales no son para tanto
Aun recuerdo mi primer examen oral. Sudores fríos, taquicardias, ganas de vomitar y necesidad de salir corriendo. Sentir esto es totalmente normal, pero, si te preparas a conciencia, con el tiempo puedes llegar a dominar tus instintos más animales. Para ello, lo ideal es hablar delante de un espejo. Simula que está tu profesor mirándote en esa clase gris y fría y prepárate posibles preguntas. Mira al espejo, con seguridad, y comienza a hablar. Llegarás al examen con más confianza en ti mismo.
11. Ahora mismo tu prioridad es aprobar, pero con el tiempo entenderás que lo que necesitas es aprender
En épocas de exámenes tenemos la única necesidad de aprobar para poder restar créditos o para perder de vista a ese profesor que nos ha amargado la existencia. Pero, déjame decirte que, con el tiempo, esta dejará de ser tu prioridad. Estudia para aprender, para ser un buen profesional el día de mañana. La universidad te brinda la oportunidad de ser más crítico contigo mismo, de pensar, de buscar respuestas, de ir más allá de una simple explicación. Aprueba tus exámenes, por supuesto, pero no te quedes solo con tus notas, sé, además de buen profesional, buen humano.
Aunque me haya referido a los universitarios, este post se puede aplicar a cualquier estudiante. Si te ha gustado o, por el contrario, te ha parecido un auténtico tostón, coméntalo y, si te apetece, ¡compártelo!